Dyss Mítica

Notas sobre Dyss

El paso del río muerto

Por |2006-12-31T01:11:32-05:00diciembre 30th, 2006|Dyss Mítica|

Atravesamos los vastos territorios de los dominios del Ciervo hasta que gradualmente fueron quedando atrás las extensas planicies, después de varias jornadas de camino siguiendo siempre el margen del río. La tierra, se tornó pardusca y grisácea, tornándose más y más áspera y arisca a medida que dejábamos atrás los densos pastos que se mecían suavemente al compás de la brisa, y que nos habían acompañado durante la totalidad de dos ciclos

Las Lágrimas del Ciervo

Por |2007-02-06T21:27:38-05:00diciembre 9th, 2006|Dyss Mítica|

Los silenciosos cascos de Niñoroto, apenas se escuchaban a quince pasos. El viejo ciervo avanzaba silencioso, delante de nosotros. De vez en cuando giraba la cabeza buscándonos, expectante, paciente y sereno. Unos fijos ojos negros y relucientes te miraban en la corta distancia. Siempre con ese aire triste y melancólico. Unos ojos negros apenas visiblemente llorosos e inmensamente intensos, que taladraban con la mirada hasta los recónditos escondrijos del alma más protegida.

El perfume del silencio

Por |2008-11-02T23:24:31-05:00noviembre 23rd, 2006|Dyss Mítica, Todas las cosas jamás soñadas|

Aún quedaban flores azules por los derruidos muros del refugio. Y a pesar de mi ausencia, en los suelos tallados y bailando entre las filigranas, los tallos serpenteaban sumisos a lo largo y ancho de aquel embaldosado. Un suelo frío, salpicado por algún charco ausente, siempre presente, ya que el lugar de mi nacimiento siempre careció de techo alguno pues, no recuerdo que le hiciese falta. Los arcos de medio punto y

Las tierras de poniente

Por |2007-02-07T12:27:10-05:00noviembre 16th, 2006|Dyss Mítica, Todas las cosas jamás soñadas|

A media tarde divisé en el horizonte la tormenta eterna. La que conducía al largo e interminable invierno. Tras recoger tres pequeñas piedras y frotarlas suavemente una contra la otra, el páramo apareció ante mí. Miré hacia atrás y la calle había desaparecido. Nueva Ámsterdam y sus tiendas se habían esfumado, quedando ante mí, las largas llanuras de las tierras de poniente. El territorio donde contínuamente, se ponía el sol, caminaras lo

La tierra de los mil pájaros.

Por |2008-11-11T00:25:57-05:00agosto 22nd, 2006|Dyss Mítica, Todas las cosas jamás soñadas|

Estaban allí, donde siempre. Nubes negras y brillantes, frenéticas y ruidosas. Exaltados por la abundancia. Atraídos por el renovado manto estival de una alfombra de saltamontes. Elegantes…picaban furiosos y remontaban cien veces en dos o tres instantes. Envueltos en aire, dueños del azul profundo. Las ramas del roble los llamaban. Ellos atendían el ruego. Un viejo árbol, vestido de pájaros. Un árbol amigo, solitario y silencioso. Le dedico un respetuoso saludo con

Aroma de azul

Por |2007-02-07T12:44:57-05:00julio 13th, 2006|Dyss Mítica, Todas las cosas jamás soñadas|

Su aroma era de un azul aterciopelado. Lo inundaba todo, todos los silencios y los sonidos. En cualquier esquina de las sílabas. Estaba presente hasta en los espacios de las palabras. En columnas, en párrafos, se columpiaba entre guiones y puntos y aparte. -. Venga, sal, no te escondas. - Le susurré. - No. - Me contestó, entre risas bajas. Y al siguiente recodo, me llegó su sonrisa. Con fragancias de amarillo

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