Noche

Un golpe, el chico vuela por los aires, como si le tiraran de las piernas, un tirón demoledor, que lo levanta en volandas, lo hace girar. Su cabeza se estrella en el cristal. Miles de fragmentos vuelan en todas direcciones…
Los fragmentos se van deteniendo, poco a poco todo se ralentiza, el tiempo se detiene o el momento se dilata.

-¿Qué sucede? – ¡¡Me han matado…!!

Está suspendido en el aire, todo transcurre lentamente, muy lentamente. Hay tanto tiempo para pensar…¿cómo es posible?

Piensa en los viajes, en los valles que ha visitado, las playas recónditas, en su novia, en sus amigos, en sus padres, y en su perro. Y en mil cosas más.

Hay tanto tiempo.

Tanto tiempo…

Y todo vuelve a su ritmo normal, todo es rápido y vertiginoso, luces cegadoras que estallan, un dolor agudo, un golpe seco, gritos…vé su pierna, a pocos metros de él, desgajada llena de jirones, sucia de tierra.

Y el grito, ese grito, el calor, la luz radiante y cegadora…El desespero…

Y grita

…grita…

Dia

Al besarla enmedio de la calle atestada de gente, el tiempo se detiene. Poco a poco bajo aquel beso dulce, una corriente intensa lo atrapa y lo atenaza, levantándolo del suelo. No hay mayor felicicidad en el mundo, no puede haberla…
El beso es largo y tierno, todo comienza a ir más lentamente, hasta que parece que se ha parado el tiempo, no se escucha el tráfico, ni el gentío de compras. Todo es silencio, solo el cálido aroma del beso los envuelve. Son felices. Es; el delirio.

Transcurre una eternidad, atrapados en el beso, el tiempo se ha detenido, la gente quieta en poses extrañas. Una pompa de chicle a medio reventar parece una galaxia en colisión.

Cuando se separan, vuelven los sonidos, las luces, el gentío, de repente, como si al separarse, le hubiesen devuelto la vida al mundo que durante aquel beso le habían tomado prestado…

Sonríen…se rien sin dejar de mirarse a los ojos. El delirio.

Y caminan de la mano

…se aman…

Tamborileaba con los dedos sobre la mesa. Una de esas mesas horrendas que a los médicos les encanta comprarse. Arrellanado en el sillón, mirando a un reflejo en la madera clara, aguardaba.

Dos momentos, en los que el tiempo se detiene. Dos momentos. El delirio, la delicia, el desespero. Dos momentos tan diferentes, tan parecidos en la percepción del tiempo…

– ¿Estás ahí? -Me pregunta el médico.
– Por supuesto, -le contesto sonriente y cruzando las manos sobre el regazo, con las piernas cruzadas en mi pose defensiva.

Él escudriña diez centímetros de informes médicos. Con la cabeza inclinada examinando los papeles, ocasionalmente me mira, forzando los ojos hacia arriba. Si llevara gafas, me miraría por encima de ellas.

Los muebles, los libros, parece que los hacen todos iguales para los médicos. Los libros parece que vienen ya con los muebles, todo junto, en el mismo paquete.

Un corazón de bronce de pisapapeles… – Resoplo.

-Como ya te comentamos, tus células han comenzado un proceso que se dá muy pocas veces, se produce una curación natural consistente en la formación de una serie de células alrededor de la zona afectada que la aisla, impidiéndole crecer. Estas células, son totalmente inmunes a la célula cancerosa. – Me explica.

– Estás curándote Fernando…

– Yo me quedo mirándole en silencio. Supongo que, si fuera Atlas, soltaría el globo terráqueo, le daría un puntapié y me fumaría un cigarrillo que llevaba trabado de la oreja desde hace eones.

– Intercambiamos algunos detalles más y al rato me dice:

– Puedes llevar una vida normal, salvo que estarás en prevención.

– ¿ Una vida normal? – susurro.

– Si bueno ya me entiendes, no tienes que estar tomando tantas cosas, y vendrás menos por aquí.

Transcurren unos instantes de silencio.
– ¿ Que fué de Carla, Alberto, Fabián…? -le pregunto

Me responde con el giro que tanto me irrita de los médicos – Mira Fernando, tú has tenido mucha suerte, tienes que agradecer que estás dando muchos pasos adelante.

– ¿Ninguno lo consiguió, no es cierto?

– Eres afortunado, -me contesta, con una sonrisa forzada.

Seguimos hablando largo tiempo, me contó al final, muchas cosas, y recuerdo, lo que siempre supe, que nada de lo que imagines del como será un acontecimiento, resulta tal y como lo soñaste…

Le dí las gracias, regresé.

Medio lleno, medio vacío.

Para llegar hasta aquí, tuve que incendiar la mitad del monte. Y hay mucho suelo lleno de cenizas…

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– ¿Qué vás a tomar?

– La camarera me mira, con sus profundos ojos azules.

– Hoy Yurena…-le digo -me tomaré un Jack Daniels, con mucho hielo…

– Ella me mira sorprendida, – ¡Vaya! -dice mientras se marcha tras la barra, -Te debe haber tocado la bonoloto

«y que el hielo, sea muy brillante» -pienso

Hace mucho que no me tomaba una copa, el Jack Daniels baja por mi garganta como lava ardiente. Me gusta.

No consigo pensar. Mi cabeza es un televisor sintonizado en un canal muerto.

Once años

Once años…

Le ofrezco a Maede mi brazo, y ella lo toma, y caminamos juntos hacia el interior del palacio del bosque. Llegamos al comedor, donde en la mesa está servida la cena, una cena digna de reyes. Entonces tomo una copa, que deposito en las manos de ella, otra para mí, de vino especiado de cerezas con el que brindar:

– Por los amigos que están con nosotros, por los dioses de este tiempo nuevo que nos protegen…

– Por el amor más profundo que un hombre pueda conocer, porque volvamos a vivirlo…

Arden fuegos cálidos en los braseros, la mesa está radiante en esplendor. Ella, es radiante, con su propio esplendor.

Tan hermosa, su mirada me arrebata. El tiempo se detiene unos instantes…

Vestimos trajes del pasado, ella un precioso vestido azul, ceñido al talle, con los hombros descubiertos, zapatos de princesa, su pelo ondulado, brilla entre las flores.
Yo, una chaquetilla larga de color cereza, con encaje en mi cuello. Medias, y zapatos de hebilla grande, un traje del siglo XVIII. Aquí, siempre es el siglo XVIII. Mi pelo cae sobre mi espalda, inesperadamente lacio.

En el exterior, las densas nubes siguen su tormenta desenfrenada. Lavondyss, está cambiando.

Nos sentamos, y mirándonos transcurren momentos, que quedan guardados en un libro, de tapas púrpura y motivos célticos. En algún lugar, la diosa parece mirarnos, indiferente, benévola.

Comienzan a caer copos de nieve, y hojas de otoño. La estación de las Nieblas, comienza, alrededor de nosotros.

Miro un instante el retoño del roble, sus flores azuladas y abiertas, con un aroma dulce y embriagador.

Como el de ella.

Cuando se acercó al interior del edificio, bajo los arcos y pilares, podía ver como a su paso se divisaban las ramas cuajadas de flores que formaban todo cuanto nos rodeaba, al alejarse, se tornaba de nuevo piedra, en su espejismo de magia. Todo florecía, cuando Maede se acercaba a cualquier rincón.
Ahora, la mesa misma, florecía, en colores azules y granates, cerca de su asiento, que se hallaba coronado de florescencias iridiscentes.

– Gracias por venir – Le dije.
– Lo estaba deseando, es un viaje que jamás había soñado, te lo debo agradecer a tí – me contesta.

– Tendrás muchas preguntas supongo – le digo, sirviéndole más vino.
– Muchas en verdad, pero, especialmente ¿ qué es lo que sucede, porqué todo se ha vuelto oscuro y tormentoso? El mar parece blanco y furioso.

– Lavondyss, está cambiando Maede, tu propia consciencia lo transforma, se adapta a lo que traes contigo, a lo que eres. La tormenta en nuestro mundo la asociamos a algo malo, y no es más que el restablecimiento del equilibrio de las fuerzas de la naturaleza. No es malo en sí, solo bajo nuestro punto de vista, porque no nos favorece en nuestra vida.
– Pero es hermoso, cuando la propia naturaleza busca su equilibrio, es como si despertara, y pusiera de nuevo las cosas en su sitio. Así que no temas.

– No tengo miedo – Me dice.
– Y no hay motivo para ello, – le digo sonriente.

– ¿Qué es Lavondyss? – Me pregunta.

– Bebo despacio de la copa. Pensando la respuesta.

– Lavondyss es una idea. Un concepto que me gusta. Es el origen de todos los mitos que la humanidad ha creado. Aquí, toman forma, y viven su propia historia una y otra vez. En cada historia, suceden cambios, y en esos cambios, los mitos encuentran su origen. El origen, es el verdadero Lavondyss, esto, es solo la periferia.

– No es una idea mía como bien sabes, pertenece a la novela de Robert Holdstock, sin embargo, he tomado su idea, y he construido uno, en mi mente.

– Lavondyss es tu mente, – me dice

– Sí es mi mente, pero es muchas cosas más, y cosas que desconozco, y que tenemos que ir a encontrar. Es un mundo que he creado en mi mente, es mi mente misma, pues funciona así. Y es una forma de autoencuentro.

– Ella guarda silencio, escuchándome.

-Pero Lavondyss Maede es algo mucho más complejo. El ser humano desde que tiene consciencia ha creado mitos. Algunas culturas, han creado los mismos mitos, con muchas semejanzas. La misma creencia en un todopoderoso, un dios, se dá en muchas culturas, no recuerdo quién lo dijo, que si se descubriera que dios no existe, lo hubiésemos inventado.

-Los seres humanos han inventado historias, y héroes, ya no tenemos héroes y quizás por eso la sociedad se ha deshumanizado. Por eso y por otras miles de razones. La singularidad es que en culturas diferentes, se crean los mismos mitos, los mismos cuentos y las mismas historias, con sus diferencias culturales. Es como si los deseos y los sueños de la humanidad, al ser los mismo, crearan las mismas necesidades, bueno, eso es algo del todo cierto.

Desde los años cincuenta se vienen estudiando de forma seria, el propio Jung hablaba del psicoanálisis del mito, y al fin y al cabo, de la humanidad.

Es por tanto, este, un lugar donde ahondar en una mente humana, y descubrir por medio de la creación y del ejercicio, sus lugares ocultos.

Es un tema muy largo, y a lo largo de estos dias, lo iremos tratando. Pero en resumen. Mi propia mente lleva no solo los mitos de nuestra memoria genética, y los que he aprendido en mi vida. También han nacido mitos propios en mi propia psique, a los que debo enfrentarme. Y para ello, tengo que hacer un viaje, al corazón de Lavondyss. Al origen de todos los mitos, Allí nacen, y allí vuelven. Y los que he creado yo en mi subconsciente, me aguardan.

– ¿Los temes? – Me preguntó Maede

– Sí, si que los temo, pues han gobernado mi vida en ocasiones, y debo recuperar el control.

– Yo soy, Maede, mi peor enemigo. Y por tanto, me adentraré hasta las antípodas de la mente, de las que hablaba Huxley, para comprenderlas y combatir con ellas. Y sobretodo, para aprender.

– Y este camino, es un camino lleno de milagros de magia, pues son caminos que se abren dia a dia. Tú has aparecido ahora, inesperadamente, para acompañarme en el viaje, y será tu propio viaje, pues parte de tí, ha conformado este bosque interminable, con tu propia mente.

– Has removido los cimientos, has creado mares nuevos, y montañas altas donde solo habían pantanos. Otras se han derrumbado. Todo lo que traes, es todo cuanto eres, por tanto, lavondyss se reconstruye también a tu modo.

– Quiero acompañarte – me dice dulcemente – Y que juntos de la mano como niños nos adentremos en las profundidades del bosque, para que no tengas miedo, para que no tenga miedo. Y llegaremos al fin de todas las cosas, hasta el lugar más recóndito. Para liberar el mito más antiguo.

– Yo escuchaba su voz, y me invadía la paz, pues ya no estaba solo, y ella, entre todas, era la única capaz de llevar acabo aquello.

-A medida que nos adentremos, iremos retrocediendo, y los mitos, serán más y más antiguos. No sé que nos aguarda en el génesis de Lavondyss. Pero contigo, no tengo miedo Maede.

Gracias, por venir, por estar aquí.

Gracias Maede. Sin tí, ahora creo, que nunca hubiese comenzado el largo viaje.

-Ella sonríe, feliz. – De nada, es todo un placer estar contigo.

– Bien, le comento, esta cena tan deliciosa, no creo que volvamosa tener oportunidad de desgustarla en el interior del bosque, por tanto, aprovechemos el momento.

Y la noche transcurre, plácida, y adornada de flores azules por todos los rincones a nuestro alrededor.