En el mundo de los hielos, mientras quede algún cubito y no se derrita prematuramente, hay quien lo pasa muy bien. Lo que me recuerda y me anima, a seguir con mi profesión, por muy mal que me paguen, por muy mal que me traten.

Y quién soy yo, para intentar convencer a los hombres de gris, que tras la tableta digitalizadora, están algunas de las cosas buenas de la vida.