Dormí dos días seguidos, tumbado entre las flores. Acurrucado en mi abrigo y con un montón de hierba de almohada.

No tuve pesadillas, y si las había tenido, no las recordaba. Una paz inundaba mis sueños. Una paz proveniente de alguna costa lejana.

No me despertó ni el viento huracanado, ni la sombría mañana cubierta, ni siquiera la lluvia me había sacado de mis sueños.

Me despertó, el aroma.

-¿Qué sucede? -Pregunté al despertar subitamente, con aquel aroma en lo más profundo de mi mente. Pregunté sin razón alguna y para mí mismo, pues me creía solo.

Me equivocaba, a diez pasos de mí, Kalessin, aguardaba con las alas plegadas, tumbado sobre sus poderosas patas en el suelo, en una postura que asemejaba a un gato.

Se encontraba al borde del acantilado, y miraba con su poderosa testa, a las nubes que pasaban veloces, empujadas por un viento nuevo, y feroz, que hacía estremecer el bosque al completo.

-¡Kalessin! – dije contento y sorprendido. – ¡Has vuelto!

– Si, llegué esta mañana al alba, no he querido despertarte, aunque ni con el más feroz de mis rugidos te hubiese despertado, apostaría – Contestó.

Mirando a mi alrededor, atónito, solo pude formular la misma pregunta, con la voz distraida por las circunstancias.

-¿Pero, qué es lo que está sucediendo?

– Dímelo tú, tu me creaste a mí, yo solo vigilo las fronteras, y no para guardarlas precisamente – Me dijo sin dejar de mirar los cielos.

Y en efecto, un cambio había ocurrido durante mis horas de sueño y la llegada de Kalessin. Un viento barría los rincones, y bien sabía yo que no era solo en la periferia, sino que este viento se adentraba al interior de Lavondyss. Un viento que hacía estremecerse los robles, agitándose sus copas. La hierba se zarandeaba y algunas briznas salían volando hacia la distancia. Lo Sauces nuevos, culebreaban zimbreandose en algo cercano a una danza apasionada, y multitud de hojas y ramas nos azotaban continuamente.

El cielo estaba ennegrecido, y en el horizonte se divisaban tormentas lejanas. COn relámpagos distantes que caían en las enfurecidas aguas.
Pero lo más sorprendente, eran los bramidos de las olas abajo, lejos en el rompiente. Enormes olas estallaban sobre las rocas al pie del acantilado, y su espuma formaba una nube que se alzaba hacia las alturas.

El cielo tenía un tono turquesa hacia el noreste, y por oriente precisamente, venía este viento frio. Aunque no molesto, ni gélido en ningún caso.

Y…aquel aroma, un aroma de flores, de una mezcla extraña, un perfume delirante que ya se adentraba en los quícios más recónditos de mi alma. Llenándome, trayéndome recuerdos que creía perdidos, viejas emociones dormidas, despertaban poco a poco. Antíguos recuerdos, exóticos sueños, y planes olvidados. Lugares que había visitado y en los que no había estado nunca. El aroma, el perfume, me traía todo lo inimaginable, y más aún.

-Sonreí. – Álguien ha entrado en Lavondyss. -Álguien ha descubierto las verjas de oro macizo, el escondrijo en el la vieja tapia, la puerta que nadie abre, el mar que nadie se molestó o se interesó en cruzar, ha sido zurcado en navios de madera blanca.

-Pude ver mucha actividad en la periferia, había un bullicio extraño -Contestó Kalessin – Venía especialmente a avisarte, aunque imagino que ya lo sabrás.

– Claro Kalessin, pero eso lo sé desde el momento en que tú lo sabes, así que el tiempo que tardes en darme el mensaje es lo de menos. – Le contesté feliz.

Y me sentía feliz, cerré los ojos y me dejé zarandear por aquel viento del este. Un viento que traía perfumes lejanos. ¡ah! ¿es que puede haber algo mejor que esto al cerrar los ojos? muchas cosas, pero por ahora, con aquello me bastaba por completo.

-¡¡Kalessin!! ¡Han entrado! y reí.

-Kalessin me miró, aún sin comprender. – Pero, ¿quién és? – me preguntó muy serio.

– Tendremos que buscarle un nombre, un nombre secreto. – le dije contento.

– Es una dama, una dama viene a visitarnos Kalessin. Tendremos que estar preparados. Una dama, y una niña a la vez. álguien que ha sabido adentrarse en los secretos más bien guardados. Con la conciencia adecuada para estos lugares, para entender lo mítico. Álguien que conoce las puertas y sus llaves. Las brumas y sus entresijos. Pero lo más importante. Álguien que no teme adentrarse en el viejo lugar prohibido. Y no solo no lo teme, sino que lo desea.
Y por eso, es la primera. Y para ella prepararemos vestidos, banquetes, manjares, y un lugar de reposo. Pues ya forma parte, de este lugar, y aún está en los vestíbulos.

-¿ Pero, porqué este cambio, este viento, esa luz al este? – preguntó Kalessin.

– Porque, viejo amigo, al adentrarse en este lugar, su propia memoria, sus propios pensamientos, su bagaje, sus historias, sus miedos, sus alegrías, sus lágrimas y sus risas, su propia memoria genética incluso. Cambian este lugar, pues esa es la naturaleza de este bosque y sus recónditos lugares. Asimilar todo lo que la mente y el corazón llevan consigo, la fuerza que emana de lo que creemos, de nuestra imaginación, el bosque, la tierra, la rama y la hoja, le dá forma, nace de la tierra y de las hojas del suelo, como tú, y como niñoroto.

Y los mitos, nacen, una y otra vez, para ir de la periferia, hacia el interior. Como ha empezado a ocurrir, es lo que venías a decirme. ¿ No es verdad?

-Así es – Contestó Kalessin – Hay una extraña marea, de viejos cuentos y mitos que están naciendo rápidamente en las lindes de este mundo, y se produce una migración masiva, se dirigen hacia el interior, hacia…

– Sí querido Dragón, van a Lavondyss, al centro, al viejo lugar prohibido. Y ella, ha llegado en el momento justo…

– ¿Cómo es posible? ¿ Justo ahora? – preguntó el dragón.

– Si, -le dije con una enorme sonrisa. – Justo ahora Kalessin. – ¿No es maravilloso?

– kalessin miró las olas rugiendo abajo, en el rompiente. – ¿ Entonces, quién imagina cosas construye este lugar y lo altera? – Preguntó curioso.

– En efecto, – le contesté, todo el que trae consigo algo, lo modifica, libremente, aunque inconscientemente. Sin embargo, las creencias, los cuentos, y las historias que existen en el mundo, también lo hacen existir. -Este lugar existe, porque el ser humano, puede imaginar. No solo yo, toda la humanidad.

– Y cuando álguien como ahora, se adentra en él, lo cambia irremediablemente, inconscientemente, en un proceso de creación maravilloso. ¿ Te dás cuenta?

– Ya decía yo, – contestó kalessin – ¿Sauces aquí?

– Reí de buena gana – Si, ¿ porqué no? estos sauces, se crearon, porque lleva sauces en su mente. Y ya habían brotado, sin darme cuenta, debí darme cuenta antes, -dije dándome una palmada en la frente. – Yo siempre asumo que los robles son masculinos, y los sauces femeninos, no me preguntes porqué, es algo insconciente. los sauces llevan aquí desde el otro dia y no caí en ello.

El bosque está cambiando, y el aroma que proviene de la fuente, hace nacer cosas nuevas, nuevos brotes con nuevas hojas, el cielo cambia, auroras boreales se han encendido, hasta el propio oceano brama. Todo lo que trae consigo, es asimilado por el bosque, y pronto, nacerán nuevos mitos que vivirán con los nuestros en este lugar.

Había que esperar un poco más, y aún faltaba por llegar niñoroto del interior del bosque. Pero no había prisa, tenía que construir un lugar para acoger a nuestra visitante.

Y aquel aroma, me trajo la fuerza necesaria, para crear con más ilusión que nunca, nuevos lugares hermosos, donde sentarnos a charlar, y disfrutar de todo lo nuevo que el viento del este, traía consigo.

Le dí una palmada en un costado a mi querido dragón, y nos pusimos manos a la obra. Testigos, de un nuevo milagro. En el viejo lugar prohibido.

La fuerza de la memoria, y la imaginación, le dan vida a este lugar. – Pensé. Aquí, los mitos nacen de hojas y ramas y andan por los bosques, siguiendo sus propias historias, viven sus vidas, para recomenzar de nuevo, siempre con variaciones, como varían las diferentes versiones de las historias. Ahora, una fuerza increible, traía las suyas propias. Y este renacimiento, el que todo aquello no fuera solo mio, hizo que una parte de mí, renaciera nuevamente.

– Pronto llegará…necesitará un nombre secreto…y un vestido…hay tanto por hacer aún.

– Pero no tenía prisa, estaba en paz. Por primera vez en mucho tiempo. Estaba en paz.