Algunas ideas erróneas sobre la creatividad

Artículo publicado el 17 de junio en la revista digital PXMAGAZINE

La publicación de este artículo viene a complementar los dos primeros que escribí allá por febrero de este año y a cerrar la serie. Se ha retrasado «un poquillo» debido a las circunstancias; ya se sabe: pasa el tiempo, baja la Bolsa, sube el pescado, el precio de la gasolina nos vacila a todos, cae la lluvia (o se encarama, no sé ya), crecen los boniatos, terminan en la cazuela… en fin, el ciclo de la vida.

Desde 1970 aproximadamente, los estudios sobre los procesos creativos que intervienen en nuestra mente no han cesado. Como ya comenté en la primera parte, ¿…o fue en la segunda?, nuestra sociedad precisa de la creatividad como un recurso a tener muy en cuenta. Al fin y al cabo, fue el factor que al final marcó la diferencia en nuestro desarrollo evolutivo de la mano de algo con lo que está muy relacionada, el pensamiento simbólico. A mí todo este asunto me interesa mucho, espero que tanto como creo que te pueda interesar a ti, razón por la que me animé a escribir esta serie de artículos. Espero que de algún modo pueda serte de utilidad.

Pero, al igual que sucede con casi todo, circulan por ahí un montón de ideas erróneas sobre lo que significa ser creativo. No es raro encontrarse con algunos conceptos muy mal entendidos que alimentan los corrillos frente a la máquina del café y llenan con sus cuchicheos esa parte de la cabecita donde se esconden nuestras inseguridades. Algunos de estos puntos pueden extrañarte pero, créeme, existen ámbitos donde están muy extendidos, especialmente en los profesionales. Los departamentos de creatividad publicitaria, los estudios de diseño, los círculos de guionistas, el personal de muchas productoras y, por supuesto, el mundillo del arte (más aún) están llenos de ejemplos. Yo, por cuestiones de trabajo, he tenido la desgracia de vivir algunos muy de cerca (pero qué coñazo por dios…). Y no me cabe duda de que ha sido otro factor que me ha animado a escribir esta tercera parte cuando podía haberlo dejado en la segunda. Dentro del ámbito de nuestras aficiones, aunque se dan también por supuesto, pienso que no es tan problemático ya que la presión que existe en el mundo profesional —y el espejismo del glamour de algunas profesiones— no es tan importante. O al menos no lo es… ¡todavía!

1. La creatividad es una cuestión de talento

Con seguridad, la idea preconcebida más común que corretea por ahí es que la creatividad es un asunto de talento. ¿Lo he dicho ya? Todos somos creativos. Es una cuestión de cómo usamos nuestra capacidad y con qué frecuencia, eso es todo. La creatividad puede entrenarse. Esto me parece que no me he cansado de repetirlo hasta la náusea. Al igual que tampoco me he cortado en repetir una y otra vez que todo esto nada tiene que ver con los libros de autoayuda.

Desde luego que hay ejemplos de creatividad extrema, todos conocemos casos muy particulares. Nadie duda de la capacidad que tuvo Mozart desde chiquitín, que lo ponían delante de la pianola esa como se llame y se largaba, improvisando incluso, un concierto con una venda puesta en los ojos y las orejas rebosando de perejil. Hombre, por supuesto que siempre habrá personas que nos van a sacar los colores y hasta las coles de bruselas; lo que no viene del todo mal si así pueden darnos una buena lección de humildad. Y es que siempre, siempre, va a haber alguien más listo que tú.

La creatividad es algo que se puede desarrollar si se trabaja de la misma forma que en el deporte o cualquier otra actividad. Del mismo modo, una persona que no se considera creativa en absoluto puede llegar a serlo cada vez más. El secreto está en el trabajo y en enfocarse.

2. La creatividad es de los rebeldes

No falta, de verdad que no, quien piense que la creatividad pertenece a los que siempre, por cuestiones de temperamento o por muchos otros motivos, se oponen a “las reglas del juego”. Ya sea por simple rebeldía, por una sed insaciable de búsqueda de identidad o, simplemente, por un deseo de dar la nota, el argumento es que su actitud fuerza al individuo a buscar alternativas y que esto es el camino que conduce a las ideas.

Aunque no hablo mucho sobre el asunto, tengo una cruzada personal contra el ego, al que pienso que deberíamos tratar de aniquilar. Antes de que te pongas histérico recuerda que el concepto de exaltación de la individualidad es algo muy occidental. Por culpa del ego, con frecuencia el rebelde asume que, por serlo, es creativo. La fórmula mágica. Y lo peor es que muchos asumen que esto es cierto. También por su culpa veo como la comunicación falla entre nosotros cada día. Cada uno, sin excepción.

Bien, lo siento rebelde si te he fastidiado el día. Esto es un error. Así de simple. Al final la actitud no se convierte más que en otra de las muchas técnicas creativas, ya hemos visto algunas, pero la razón de su funcionamiento se debe a otros motivos. En resumen, cualquier persona que acepta su entorno tal y como es puede ser tan creativa como el que solo sueña con marcharse con viento fresco al planeta Marte. De todas formas, esto suele ser más frecuente entre los más jovencitos, hablo de los adolescentes especialmente. Los que son —somos— más gandules tienden a hacer otro tipo de tonterías (véase el resto de los puntos).

Edanna Creatividad III (4)

3. La creatividad es cosa de artistas

Es curioso como en la sociedad en general los que se dedican a las artes se consideran creativos, pero un abogado, un camarero, un médico o un mecánico piensan, y los demás con él, que no lo son, que no pueden serlo o que la creatividad no interviene durante el desempeño de su actividad. Pues no hijo no.

Damos por sentado que todas las formas de expresión artística son creativas y que, por lo tanto, los creativos son los artistas. Por otra parte, todos los que se consideran artistas se consideran muy creativos, no dudando en venderlo como tarjeta de presentación.

Ya he comentado en algún otro sitio que el alegato de un abogado, las acciones de un enfermero en urgencias o la labor de un profesor durante el día a día precisan de creatividad. ¿Qué es lo más importante de todo esto?, que el propio esfuerzo creativo, en cualquiera de sus facetas, nos va a ayudar a serlo aún más.

4. Confundir una técnica con «otra cosa»

¿Recuerdas aquella técnica tan curiosa del desdoblamiento? Piensa en lo siguiente (a mí es que solo de hacerlo me dan escalofríos): ¿cuántas personas a lo largo y ancho de la historia consideras que han creído escuchar la palabra de Dios, la del Espíritu Santo o la del Demonio para inspirar sus obras? Desde familiares, amigos y amantes fallecidos, pasando por alienígenas hasta las palabras del gran Manitú, hasta el más tonto se ha pensado que sus ideas venían inspiradas por vete tú a saber qué. Todos y cada uno de los casos sin excepción son el resultado de algo tan simple como la aplicación de una técnica creativa, pero sin saberlo…

Aldous Huxley, sí el de «Un mundo feliz», lo llamó: «Alcanzar las antípodas de la mente». Estados alterados de la consciencia a los que se llega a través de las técnicas adecuadas o, de un modo más fácil, con la mediación de las drogas.

En mi opinión, a estas alturas debemos aprender a no dejarnos engañar, especialmente si los mentirosos somos nosotros mismos. Hay que llamar a las cosas por su nombre para poder sacarle mejor partido a nuestras capacidades.

5. Malinterpretar la liberación

Este es un punto al que estaba deseando llegar por haber tenido la experiencia de tener que lidiar con él en más de una ocasión. Se comenta a menudo que para ser más creativo hay que liberarse. Esto consiste en lo conveniente que resulta abandonar los prejuicios, liberarse de las restricciones sociales, de las ataduras y, sobre todo, de nuestras propias limitaciones. En realidad no es más que hacer un esfuerzo consciente por tener una mente abierta, nada más.

El problema es que con mucha frecuencia esto se malinterpreta de forma escandalosa. Así, con la excusa de que uno es creativo, muchos individuos se creen que pueden hacer y decir lo que les venga en gana, en todo momento, sin tener en cuenta a los demás ni pensar en las consecuencias. Esto nos lleva, —me ha llevado— a conocer a auténticos gilipollas; de ambos sexos, aquí no se escapa nadie. Podríamos decir que el mismo concepto de creatividad y sus técnicas, por un motivo u otro, se convierten en un estilo de vida.

Liberarse para pensar creativamente no significa en absoluto tener que hacer el imbécil, lo que incluye actitudes como mantener una actitud cínica, insolente y desdeñosa ante lo más trivial y para con los demás. Además, el sarcasmo no es otra cosa que una forma de violencia. Esto me ha sucedido en particular con la técnica de la tormenta de ideas y uno de los motivos por los que la sesión a menudo suele fracasar.

Volvemos con el asunto del ego. No es fácil evitar que nos traicione, conduciéndonos a cosas que no tienen nada que ver con nuestro propósito principal, que es parir ideas. El liberado piensa que es más creativo que nadie y, en muchos casos, cree estar por encima de los demás; el que no es capaz de liberarse considera que no puede ser creativo si se cree limitado. Total, que el liberado se dedica a escupir todo tipo de ideas sin control y, en consecuencia, su eficacia y la calidad de sus ideas se ven seriamente limitadas. Por no hablar de lo estúpido que resulta su comportamiento desde luego.

La liberación puede ser útil como técnica, pues no deja de ser un paso más en la elaboración de un ritual al fin y al cabo. Pero sin control no es más eficaz que dar un manotazo sobre la mesa para ver cuántos cromos se quedan boca arriba, a ver si así se nos ocurre alguna cosa.

6. La necesidad de locura

Muy relacionado con lo anterior, se piensa que para ser más creativo —o considerarse creativo directamente— hay que estar loco o hacer locuras. Un concepto muy, pero que muy, equivocado que desacredita el pensamiento creativo. Dependiendo de su grado de locura, un loco no nos dirá más que disparates dependiendo de lo que sea que tenga en su mundo interior. Y el que juega a estar loco termina haciendo locuras, no trabajando de forma metódica. Y de estos ya he conocido a unos cuantos.

Este punto es delicado y se pueden diferenciar dos aspectos: el de la locura en su sentido estricto, ya sea real o aceptada por el que se llama a sí mismo creativo y en todo cuanto tenga que ver con los estados depresivos, que veremos en el siguiente punto.

La locura no es en absoluto necesaria para ser creativo por mucho que algunos lo crean y quieran hacer creer. Lo único que hacen es desalentar a los que de forma seria quieren trabajar la creatividad. Es responsabilidad de cada uno entenderlo y tratar de poner las cosas en su sitio.

7. La insoportable levedad del ser

Continuando con el punto anterior, la depresión y la tristeza —que a mí me gusta llamar melancolía— se han considerado desde siempre caminos que conducen a las musas. La idea del depresivo entregado a sus poemas y escritos forma parte de las imágenes populares, todo un estereotipo vaya.

Puede sonar contradictorio pero sí que es cierto que existe una relación entre los estados anímicos depresivos y la creatividad. Lo que sucede es que los procesos que intervienen, y por lo tanto las ideas que surgen durante estos estados, se deben a otros motivos. Uno de ellos es el de poder contrarrestar ese mismo estado, de aliviarlo, de superarlo. Aunque lo parezca, no es lo mismo.

En los estados depresivos, y en cualquier estado donde exista una falta de equilibrio, surge una imperiosa necesidad de lucha, aunque sea de modo inconsciente. La melancolía se convierte así en técnica, pero el estado no asegura de por sí que aumente nuestra capacidad de tener ideas.

Resulta que al parecer ¡sucede al contrario! Aunque resulta un asunto algo complejo de tratar aquí, la idea más importante es que según ciertos estudios, está demostrada la importancia de estar contento para ser más eficaz en el proceso creativo. El problema es que la experiencia nos ha llevado a sacar conclusiones equivocadas. Los sujetos envueltos en su melancolía siempre han pensado que era su estado el que les permitía parir sus ideas, sin ser conscientes de que ese ejercicio creativo era impulsado por su necesidad de escapar de él.

Edanna creatividad III (2)

8. Las drogas

Aquí no me voy a andar con rodeos, el alcohol, y en general la mayoría de las drogas que provocan alteraciones en el funcionamiento de la química de nuestro cerebro, no nos ayudan jamás a ser más creativos. Lo único que logran es engañarnos de que sí lo hacen, pero nada más. Es más, si bebes trabajando, escribiendo o lo que sea, lo que va a suceder es que notarás como tu rendimiento va disminuyendo cada vez más. No está de más recordar que esto se puede experimentar también durante el transcurso de una partida, jugando a cualquier cosa.

Así que si crees que fumarte un porro te va a ayudar a parir ese suplemento te equivocas. Pero oye, tú mismo. Por cierto, el café ¡tampoco! El café el pobre lo único que hace es quitarnos el sueño, no darnos ideas. Pero eso sí, el café no me lo toques, no me lo toques… pero que no me lo toques.

Lo que provocan estas sustancias es lo que ya cité antes en palabras de Aldous Huxley: «Estados alterados de la consciencia», que nos hacen experimentar otras cosas. Pues anda que el bueno de Aldous no se metió peyote ni nada para sacar sus conclusiones… Pero bueno, el caso es que los estados inducidos por los fármacos se confunden con unos resultados que no son más que tener ideas sin control. Y de lo que aquí se trata es de tener pleno control sobre nuestras ideas y del proceso creativo, lo demás no son más que el enmascaramiento y la excusa para lidiar con nuestras propias limitaciones. A estas lo que convendría es aceptarlas, abrazarlas… y sentarnos con ellas a trabajar de nuevo.

9. Intuición vs inteligencia

Muchas, pero muchas personas creen que la creatividad es cosa de personas muy inteligentes. Esto se ha creído siempre y resulta muy normal considerar al creativo un genio inteligente y sagaz, aunque despistado por no ser consciente de su presente inmediato, sino de lo que anda rumiando en sus pensamientos.

Si bien es necesario un nivel de inteligencia normal para ser creativo, esto no es una condición forzosa en absoluto. Todo depende de los hábitos, la motivación y de trabajo individual. Más allá de una inteligencia dentro de la media, para ser creativo no hace falta tener una inteligencia excepcional. De hecho, existen muchísimas personas inteligentes que no son capaces de salirse de las pautas normales y ser muy creativas.

Por último quiero añadir que, por lo general, se cree que ese destello de ver las cosas de forma súbita que llamamos intuición es determinante para ser creativos. Esto no es del todo cierto pues no sabemos hasta qué punto opera la consciencia en el desarrollo creativo. Bueno, no todo sucede en la intuición pero sí que es un factor muy importante, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo. Si te digo la verdad, con los años cada vez confío más y más en mi intuición, a la que presto mucha atención.

En conclusión

Todo esto no deja de parecerse a una fábula con su moraleja. Hace mucho, mucho tiempo, dos especies se disputaron la supremacía en su carrera evolutiva: el Neandertal, fuerte y resistente, y el Cromañón, con un pensamiento simbólico más desarrollado y mejor dotado para resolver problemas de forma creativa. En esta disputa venció la raza imaginativa. Aunque algo cruel, a mí no solo me parece una bella historia sino además una buena pista del camino que debemos seguir en nuestro desarrollo.

Muchas personas piensan que una vez hemos asegurado nuestra propia supervivencia las ideas ya no son tan importantes. Creo que se equivocan. Considero que tenemos más necesidad que nunca de la creatividad. No solo para llevar hasta límites insospechados de sofisticación nuestros juegos, sino también para buscar nuevos recursos, encontrar soluciones imaginativas a los problemas con los que nos enfrentamos y, desde luego, para poder alcanzar las estrellas.

No se me ocurre mayor homenaje que tener una vida en la que mis aficiones me ayuden a sacarle el mejor partido a nuestro mayor don, la imaginación.

Bibliografía

  • De Bono Edward. 2006. El Pensamiento Lateral. Editorial Paidós Ibérica S.A. ISBN 968-853-233-9
  • Creatividad Publicitaria (material de consulta 2012). UOC, Universidad Oberta de Cataluña.
  • Desarrollo Creativo (material de consulta 2012). UOC, Universidad Oberta de Cataluña.