Artículo publicado en la revista digital Pxmagazine el día 2 de febrero.

Durante mis paseos por la red, en especial en aquellos sitios donde puedo compartir mis aficiones, no es raro que me encuentre con un tipo de comentario que me inquieta. Algunos usuarios afirman carecer de la creatividad o del talento necesario para generar contenidos dignos de ser tenidos en cuenta; sea lo que sea lo que esto signifique. Pude leer estas afirmaciones durante el desarrollo de «El Desafío de los 30 días», el pasado mes de noviembre, pero es muy común sobre todo en los hilos de comentarios que se generan en las redes sociales.

Me inquietan porque yo creo en el efecto que tienen en nosotros nuestras propias palabras. Tengo muy claro que todo cuanto nos decimos —y hacemos— moldea nuestro cerebro y en consecuencia, nuestros pensamientos, por lo que pienso deberíamos darles la importancia que merecen. No hace mucho circulaba un artículo por las redes comentando precisamente lo positivo que resulta hablar en voz alta con uno mismo, aun a pesar de que siga considerándose algo mal visto en la sociedad; lo que no deja de ser curioso pues el hecho de rezar en las personas religiosas es eso mismo, ni más ni menos.

La plasticidad de nuestro cerebro es un tema que en la actualidad está en auge entre la comunidad científica. Además del seguimiento que hago por mi cuenta, así me lo ha confirmado las largas charlas que tengo de vez en cuando con mi amiga Majida, doctora en Neurobiología y docente en la universidad de McGill. Si algo caracteriza a nuestra especie es su capacidad de asociar conceptos y crear símbolos, esto es, el pensamiento simbólico capaz de hacernos comprender que los colores y patrones de una bandera representan a una compleja y rica cultura, o de ver dragones allí donde solo hay nubes. Fue el pensamiento simbólico el que se impuso durante el desarrollo evolutivo y el que nos puso a la cabeza dejando atrás al músculo por el que muy probablemente todos habríamos apostado sin pestañear. Y es que los caminos de la evolución son insospechados.

Pero para que el pensamiento simbólico funcione como es debido tiene que llevar asociada una función capaz de provocar destellos luminosos allí donde solo existe oscuridad, la creatividad. Nuestra capacidad de reprogramar nuestro cerebro para buscar soluciones infinitas a distintos problemas.

¿Qué es el pensamiento creativo?

La creatividad nos permite crear desde la nada y el pensamiento creativo no es otra cosa que pensar de forma creativa. Ideas para una aventura, la historia de nuestro personaje, ese guion fantástico o novela que aspiramos escribir algún día, la mejor manera de abordar a ese chico o chica que nos gusta, o el modo de abrir una maldita botella sin el sacacorchos… Muchas cosas de nuestra vida cotidiana requieren de un poco de creatividad. La mayor parte de la población piensa que las buenas ideas son el producto del razonamiento y del uso de la lógica, es decir, de la inteligencia y de la racionalidad pura. Creemos que en casi todas nuestras actividades diarias quien interviene es nuestro pensamiento lógico, pero no es así. Entonces, ¿qué diferencia hay entre el uso de la lógica y de la creatividad?

Con frecuencia sucede que cuando se ha tenido una idea genial, esta se considera lógica poco después. Una vez hemos comprobado su eficacia llegamos a la conclusión de que: ¡Eureka, funciona! Este ha sido siempre el legado de la escuela clásica, la escuela filosófica griega que ha dado como resultado a su vez que se considere que un buen creador ha de ser un buen jugador de ajedrez. En nuestra cultura se considera que lo mejor es ser lo más listos e inteligentes que sea posible. Pero un ingeniero, un físico o un abogado utiliza con más frecuencia su creatividad para resolver los problemas que la lógica pura. La lógica es análisis y trata “lo que es”, pero el análisis no puede tratar cosas que no existen. La creatividad en cambio trata de “lo que podría ser”, de lo que espera ser creado.

Por desgracia en las escuelas hasta hace muy poco tiempo se ha dado siempre prioridad a resolver los problemas a través de la lógica antes que pensando de forma creativa. Pues resulta que la creatividad no necesariamente va asociada a la lógica en absoluto; porque a ver qué lógica tiene una idea que trate de generar una respuesta emocional como lo hace un buen anuncio publicitario. ¿Te gusta conducir?, anuncio de BMW; ¿es lógico o es emocional?

A estas alturas no me cabe duda de que en nuestro mundo hiperconectado las ideas son un recurso cada vez más valioso. Y como se ha venido viendo desde hace una década, ya se ha comenzado a darle la importancia que merece. Por supuesto, actividades como los juegos de rol tienen aquí mucha más importancia de la que parece.

El mundo de las ideas

Pero, ¿de dónde surgen las ideas?, ¿cuál es su magia oculta? Desde el resplandor de la llama de una cerilla hasta el estallido cegador de una supernova, la luz que brilla con el doble de intensidad no necesariamente tiene que durar la mitad de tiempo. El significado del concepto creatividad no es algo ni reciente ni moderno, ni mucho menos. Los inuit, o los pueblos que habitan las regiones árticas de América y Groenlandia, ya lo consideran desde antaño una fuerza que está presente en todo el universo; un hermoso concepto que, por cierto, he recogido para mis propios proyectos.

«La creatividad es el cese repentino de la estupidez»
—Edwin Herbert Land

Dicen que una vez, en algún momento del año 1899, hubo quien quiso cerrar la oficina de patentes de EE.UU porque aseguraba que ya estaba todo inventado”. Qué poco imaginaba él todo lo que aún estaba por llegar, incluyendo el iPhone… ¡y los juegos de rol! Como dijo Edwin Herbert Land, el inventor de la cámara Polaroid: “La creatividad es el cese repentino de la estupidez”. Y es que las ideas son infinitas, lo que sucede es que se circunscriben a la realidad que conocemos y a lo que nos resulta de utilidad —si es inmediata mucho mejor— algo que tarde o temprano sí que es finito. Por lo tanto, si ampliamos nuestros conocimientos y el concepto que tenemos de nuestra realidad, facilitamos que se produzcan nuevas ideas.

La creatividad nunca ha estado tan de moda como en nuestros días. Se ha convertido en objeto de estudio, y como suele ser tendencia, también de culto. Es la clave para el desarrollo de nuestra sociedad y, en mi opinión, una asignatura pendiente en la educación.

Mi intención con este artículo no es otro que hacer una pequeña introducción a su estudio desde una aproximación académica, pero sobre todo, invitarte a indagar algo más sobre el tema. No puedo evitar tener en consideración que más de uno pensará que a cuenta de qué hablo yo de todo esto; que si me creo más creativa que nadie, que si eso que si lo otro. En realidad es muy simple, aspiro a ser creativa tanto como tú y por eso he investigado sobre ello. Si puedo compartir lo que conozco y ayudarte un poco, estupendo, que para eso se escriben artículos; eso es todo.

Recuerdo cómo hace años acudió a mi mesa de trabajo una compañera llorando desconsolada; cuando le pregunté qué le ocurría me contestó —resumiendo mucho— ¡que en su departamento su jefe le había pedido ser creativa! Para ella aplicar fórmulas, hacer cálculos de ingeniería y rellenar largos y tediosos formularios no suponía ningún problema, al fin y al cabo y como decía ella misma, era para eso por lo que había estudiado su carrera, pero verse obligada a tener una idea novedosa y demostrarlo era algo que la aterraba.

Poniendo este ejemplo en contexto, la anécdota nos recuerda algo que ya sabías, que existen muchas formas de inteligencia, pero que por desgracia le damos más importancia a unos tipos de inteligencia que a otros. Piensa en ello; por alguna razón la supuesta escasa inteligencia emocional y social de los nerds y de los frikis resulta ya algo tan estereotipado que es incluso excusa suficiente para crear una comedia de TV ¡con una audiencia que se cuenta por millones!

Creo que la práctica del trabajo en equipo y la creatividad deben de ser prioridades en un mundo en el que tiene cada vez menos importancia el individualismo. O al menos tan prioritaria como otras disciplinas. Y lo siento mucho por Ayn Rand, pero está demostrado que en la naturaleza cuando un colectivo trabaja unido es muy probable que aumente su nivel de bienestar y se disparen sus posibilidades de supervivencia. Aunque solo sea por matemática estadística a mí ya me parece razón suficiente. Y digo yo que en algún momento tendremos que alcanzar otras estrellas; más nos vale…

La creatividad hoy

Uno de esos visionarios de la importancia de la creatividad en el desarrollo de nuestra sociedad fue Edward De Bono (quien por cierto se da un aire con John Noble…). Su influencia ha sido notable y su obra es material de consulta obligada para todo aquel que se interesa por el tema, o que incluso se anime a realizar algún curso relacionado. Te recomiendo, pues, la lectura de alguna de sus obras (algunas veces confundidas con libros de autoayuda), por ejemplo «Lateral Thinking», del que existen ediciones en castellano. Asignaturas como Desarrollo Creativo o Creatividad Publicitaria, incluida en los estudios universitarios de Comunicación, se centran entre otras cosas en el estudio de su obra. En este artículo no tengo intención de describir sus técnicas, que son complejas y muy variadas —para eso es mucho mejor consultar su trabajo—, pero sí creo que es conveniente comentar algunas cosas sobre sus ideas.Creatividad Edward_de_Bono__El_pensamiento_creativo

Algunos de los conceptos más importantes de los que habla este autor es que la creatividad también está sujeta a la idea que cada uno tengamos de ella, lo que nos conduce a lo que comentaba al principio acerca de la influencia que tienen en nosotros nuestras propias palabras. Otro muy interesante es que el cerebro en realidad no está diseñado para ser creativo —una función que vino después—, sino para hacer juicios rápidos con la escasa información de la que disponga (lo que explica tantas cosas…). Entenderlo y trabajar las pautas para sacarlo de su régimen normal de funcionamiento es en lo que se enfocan las distintas técnicas. Pero el más importante de todos desde luego es que, al igual que otras muchas capacidades, la creatividad se puede desarrollar y potenciar. Se aprende a escribir haciendo palotes, a dibujar haciendo garabatos, a tocar un instrumento dejándose horas en ellos, y a nivel creativo pues… ¡trabajando en ello! Es vital hacer un esfuerzo por generar ideas y contenidos mientras —y forma parte de la técnica— tratamos de salir de nuestras zonas comunes o zonas de confort.

Otro concepto importante que acuñó este autor —quizás el mayor de todos— es el del pensamiento lateral, un término que describe el reto de afrontar conceptos y percepciones explorando múltiples posibilidades desde diferentes enfoques. Pero aunque estén asociados, el pensamiento creativo y el pensamiento lateral son cosas distintas. El pensamiento lateral es la capacidad de salir de la corriente normal de nuestro flujo mental dando un salto, algo que se conoce como el salto creativo. La mejor manera de explicar esto es comprendiendo lo que significa el humor, uno de los mejores ejemplos que se me ocurren de cómo interviene y funciona esta capacidad de nuestra mente. Y es que hacer reír, además de ser más complicado de lo que parece, es algo en donde nunca o casi nunca interviene la lógica, al contrario. Pero para mí, una de las historias más bonitas que explican el concepto de Pensamiento Lateral es la del nudo gordiano.

Cuentan que Alejandro Magno llegó a la ciudad de Frigia, la cual acababa de tomar, en su camino hacia la conquista del imperio Persa. Allí se encontraba el nudo gordiano, una cuerda con un nudo tendida entre dos yugos. El nudo era tan viejo y estaba tan apretado que prácticamente formaba una masa compacta de cáñamo, grasa y suciedad. Decía la leyenda que quien consiguiera desatar el nudo se convertiría en rey.

Alejandro se acercó al nudo con la convicción de afrontar el reto. Sacando su espada lo cortó limpiamente de un tajo dejando a los presentes blancos como la cera. En efecto y como sabes, Alejandro conquistó Oriente llegando donde antes nadie lo había logrado jamás. Un buen ejemplo, y uno de los registros más antiguos, de la aplicación de un concepto que es relativamente moderno.

Continuará…

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