relato breve

Carta de Don Gregorio.

Por |2010-05-21T23:18:12-04:00marzo 6th, 2010|Libro de horas, Todas las cosas jamás soñadas|

Carta de D. Gregorio. (La lengua de las mariposas). Querido amigo: Tuviste suerte al marcharte a Buenos Aires. A mí, ya me llevan a matar. Muy magullado, pero más por las palabras que por las pedradas. Especialmente por las de todos aquellos que más quise. Las palabras son como los gusanos de seda, envueltos en capullos que florecen cuando llega la primavera del terror y los dramas, explotando al fin con todo

El país de los deseos

Por |2010-05-21T23:05:56-04:00noviembre 26th, 2009|Libro de horas, Regiones míticas|

Aquel cine suponía la zona franca. Allí donde la verdad de las cosas no importaba y los anhelos se convertían en sucesos. Al menos, durante un par de horas. Ella y yo solíamos ir al cine. Siendo amigos solamente, jamás compartimos nada más allá de lo que la amistad concede. No fuimos pareja, no mantuvimos ninguna relación y nunca le robé un beso, pese a que era el mayor de mis deseos

Los niños salvajes (revisado)

Por |2009-10-25T01:06:45-04:00octubre 25th, 2009|Regiones míticas, Todas las cosas jamás soñadas|

Entre un revoloteo de hojarasca y los últimos rayos de sol arrastrándose a través de los árboles, llegaron los niños salvajes. Iban prácticamente desnudos, cubriéndose con lo que habían encontrado en sus vagabundeos y lo que ellos consideraron que podía servir de atuendo. El que fuera digno era el menor de sus problemas. Algunos llevaban una camisa, blusa o pantalón bastante raído. Otros se vestían apenas con una manta. Con suerte alguno

Mifune

Por |2009-09-12T21:44:08-04:00mayo 11th, 2009|Regiones míticas, Todas las cosas jamás soñadas|

Mifune saltó fuera del guardarropa que hay bajo la escalera, con ese aire indolente que tanto la caracteriza. Envuelta en una nube de perfume de rosas, extrañas hojitas y plumas de diente de león adheridas a los bigotes. Pasó al lado de la niña, sin dignarse a dirigirle tan siquiera una mirada, perdiéndose escaleras arriba con aire satisfecho. Mamá ya le había advertido varias veces que no dejara entrar a su gata

A tu memoria…

Por |2012-09-12T21:03:09-04:00septiembre 13th, 2005|Dyss Mítica, Libro de horas|

Al caballero caído Bajé por la empinada cuesta ensimismada en la cálida brisa de una juguetona brizna de viento. El lugar, me atraía. Era ese lugar viejo y antiguo en donde, si te quedas calladita y encogida, casi sin notar tu propia respiración, puedes llegar a escuchar susurrar a las rocas. De todos aquellos lugares remotos, era aquel el que más recuerdos me traía de lejanos días, cuando la luz se bañaba

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