relato breve

El señor Plimm

Por |2013-04-26T01:43:35-04:00septiembre 1st, 2012|Regiones míticas, Todas las cosas jamás soñadas|

La primera vez que vi al señor Plimm fue paseando por el viejo puerto una fría tarde de abril. Deambulaba entre las abandonadas vías del tren con su paraguas azul a modo de sombrilla, siempre acompañado de su cabrita Petra. Resultó difícil pasar por alto a un hombre como aquel, tan cargado de hombros, que paseaba a una pequeña cabra sujeta con un cordoncillo de cuero trenzado, envuelto en un gabán que

Mi pequeño prisionero (revisado)

Por |2012-04-12T23:27:50-04:00abril 10th, 2012|Libro de horas, Regiones míticas|

Cada día, hace tiempo, subía siempre al desván donde, sujeto a una cadenilla de plata, mantuve a mi ánimo encadenado. Hace tiempo que lo tenía prisionero, no tenía más remedio. Él, adoraba tumbarse dentro del cálido cuadradito luminoso que un rayito de sol arroja sobre las tablas, siempre alrededor de la media tarde. Mi ánimo es muy singular pues viene y va donde y cuando se le antoja, y eso, no lo

El viento entre los árboles

Por |2011-03-15T19:27:08-04:00marzo 15th, 2011|Regiones míticas, Todas las cosas jamás soñadas|

Hay un siseo entre tú y yo, con un firmamento allá abajo, esperando. Cuando extiendes los brazos lo puedo abrazar, en un esfuerzo que no es inútil, si sabes a qué me refiero. Es frío, es acogedor, es el viento entre los árboles. Y es la noche que me reflejan tus ojos. Me dejo acunar, dulce, amargo y tan... benévolo..., que aquí deseo vivir hasta el fin de los días. Pues te

El camino blanco

Por |2011-03-04T01:31:42-05:00marzo 4th, 2011|Todas las cosas jamás soñadas|

A mí me gustaba recorrer siempre los caminos nuevos. Los senderos cubiertos de huellas blancas firmadas con la tinta invisible de los sueños. Los que tienen aroma a nuevo y a pan del que se hace al alba y se acepta con una sonrisa en los labios. Pero los espinos me hirieron en la planta de los pies y no pude sino rodar. Alambre amargo teñido de púrpura. Más óxido para mis

Secretos de la calle

Por |2011-02-24T22:48:11-05:00febrero 24th, 2011|Libro de horas, Todas las cosas jamás soñadas|

Esta mañana, al alba, mientras la última luna de febrero aún centelleaba en el firmamento, vi las farolas de la calle Somers curvar sus esbeltos y largos cuellos para alcanzar así los charcos y beber en silencio. Las contemplé desde mi escondrijo, tan elegantes, tan discretas. Se mecen como espigas al sol, como altas jirafas, como tallos que pliegan al arrullo del largo invierno, emitiendo un leve murmullo que se extiende a

Carreteras secundarias

Por |2011-02-22T17:17:40-05:00febrero 21st, 2011|Todas las cosas jamás soñadas|

Recuerdo las clases de piano de mamá llenando de notas todos los momentos de la casa grande, en las tardes soleadas. Y del mismo modo, como la Rachel que conociste en aquella gran película, tampoco olvido los cientos y cientos de pequeñas arañas que, tras nacer de los huevos que su madre había puesto, poco después la devorarían en la misma ventana del sótano. La que da al huerto de los tulipanes.

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