narración

La tierra que lleva tu nombre

Por |2011-04-21T16:37:27-04:00abril 20th, 2011|Libro de horas, Regiones míticas, Todas las cosas jamás soñadas|

Antaño comencé a recorrer la tierra que se ve a sí misma como aquel lugar que sin un nombre, es capaz de designarse cada tarde con mil acertijos diferentes. Es una tierra que se pone a sí misma sus nombres según su propio capricho. Lugares remotos que van y que vienen, emergiendo, desvaneciéndose. Si miras los mapas, cada cierto tiempo alcanzarás a apreciar que, de forma súbita, los calificativos de ríos, mares,

Los pájaros de Sherbrooke

Por |2011-03-19T20:54:08-04:00marzo 19th, 2011|Libro de horas, Todas las cosas jamás soñadas|

Poco después de dejar Victoria Avenue, entrando en Sherbrooke hacia el oeste, hay un callejón atestado de contenedores de basura con un techo tejido a base de cables telefónicos; una enredada maraña bordada sobre otro camino espolvoreado de soledades. La otra noche apareció un hombre arropado sobre su túnica de escarcha. Las luces que huían de la calle principal se reflejaban todavía sobre el rostro revestido sólo de hielo y una mirada

El viento entre los árboles

Por |2011-03-15T19:27:08-04:00marzo 15th, 2011|Regiones míticas, Todas las cosas jamás soñadas|

Hay un siseo entre tú y yo, con un firmamento allá abajo, esperando. Cuando extiendes los brazos lo puedo abrazar, en un esfuerzo que no es inútil, si sabes a qué me refiero. Es frío, es acogedor, es el viento entre los árboles. Y es la noche que me reflejan tus ojos. Me dejo acunar, dulce, amargo y tan... benévolo..., que aquí deseo vivir hasta el fin de los días. Pues te

El camino blanco

Por |2011-03-04T01:31:42-05:00marzo 4th, 2011|Todas las cosas jamás soñadas|

A mí me gustaba recorrer siempre los caminos nuevos. Los senderos cubiertos de huellas blancas firmadas con la tinta invisible de los sueños. Los que tienen aroma a nuevo y a pan del que se hace al alba y se acepta con una sonrisa en los labios. Pero los espinos me hirieron en la planta de los pies y no pude sino rodar. Alambre amargo teñido de púrpura. Más óxido para mis

Secretos de la calle

Por |2011-02-24T22:48:11-05:00febrero 24th, 2011|Libro de horas, Todas las cosas jamás soñadas|

Esta mañana, al alba, mientras la última luna de febrero aún centelleaba en el firmamento, vi las farolas de la calle Somers curvar sus esbeltos y largos cuellos para alcanzar así los charcos y beber en silencio. Las contemplé desde mi escondrijo, tan elegantes, tan discretas. Se mecen como espigas al sol, como altas jirafas, como tallos que pliegan al arrullo del largo invierno, emitiendo un leve murmullo que se extiende a

Carreteras secundarias

Por |2011-02-22T17:17:40-05:00febrero 21st, 2011|Todas las cosas jamás soñadas|

Recuerdo las clases de piano de mamá llenando de notas todos los momentos de la casa grande, en las tardes soleadas. Y del mismo modo, como la Rachel que conociste en aquella gran película, tampoco olvido los cientos y cientos de pequeñas arañas que, tras nacer de los huevos que su madre había puesto, poco después la devorarían en la misma ventana del sótano. La que da al huerto de los tulipanes.

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