Mi pequeño prisionero (revisado)
Cada día, hace tiempo, subía siempre al desván donde, sujeto a una cadenilla de plata, mantuve a mi ánimo encadenado. Hace tiempo que lo tenía prisionero, no tenía más remedio. Él, adoraba tumbarse dentro del cálido cuadradito luminoso que un rayito de sol arroja sobre las tablas, siempre alrededor de la media tarde. Mi ánimo es muy singular pues viene y va donde y cuando se le antoja, y eso, no lo