A todos los que nos gustan los juegos de rol parece que tenemos en estos momentos la oportunidad de vivir la época dorada de los Playtesting y de los “prometedores” mecenazgos que tantas alegrías y tantos disgustos acarrean a más de uno.

Tras el Dungeons & Dragons Next, que es algo así como: “Si ahora te gusta después no te nos quejes” ―cosa que a mí no me importa demasiado pues lo que he visto hasta ahora cumple con mis expectativas―, ahora le toca el turno a mi/nuestro/vuestro/quizás/quién-sabe amado ROLEMASTER. Hoy se enviaron los correos avisando de que el material de prueba ―Playtesting― está disponible en su web: http://www.ironcrown.com
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Más que con Dungeons & Dragons, y como muchos otros en España, yo me crie más bien con Rolemaster, con el que me salieron los dientes de leche entre críticos “E” y hemorragias masivas con muerte en tres turnos; ¡y en inglés!, madre mía.

RolemasterCuando curioseábamos el manual del D&D Basic (sí la caja roja) nos entraba la risa de lo sencillo, incoherente e ingenuo que parecía. Lo siento padre, por haber pecado…

Mira tú por donde, quién iba a imaginar todo lo que vendría después y todos los que arderían en la hoguera posteriormente por mucho menos que eso. Un tiempo donde nos importaba un pito todo eso de la “teoría del rol”, y el término “Sandbox”, que ahora parece que es la castaña y que si no es así es que lo haces todo mal, nos hubiese hecho a todos reír, alegando algo así como: “¡Pues claro, es un mundo de campaña!”.

ICE ya nos había enseñado en sus ultradetallados trabajos sobre Tierra Media que, a la hora de definir un mundo, debíamos de tener en cuenta desde la dirección del viento hasta el numero de parejas de petirrojos que anidaban en ese o aquel otro bosquecillo…

He de decir que a mí todo aquello me encantaba. ¡Ay dios! Vaya que si me gustaba…

Después descubrí que lo más importante para mí era que funcionara, así que todo lo que me permitiese centrarme en contar una historia interactiva era el mejor camino; D&D entró a ocupar pues todo mi pensamiento, junto con Cyberpunk y Cthulhu, ¡cómo no! Con Rolemaster nunca podía desprenderme de aquella sensación de que no era capaz de aplicar el reglamento correctamente.

Pero ese Rolemaster ―Classic― ha quedado siempre en mi memoria evocando imágenes vívidas que trajeron Tierra Media a la realidad de una forma que no consigo expresar con palabras. Pues toda aquella sensación de peligro al vivir aventuras en el mundo cobraba un significado especial con un sistema de reglas tan centrado en describir el combate de aquella forma. La única manera de amar Rolemaster era aceptar ―sin que importara― el que tuviese tablas.

Por mi parte, sospecho que ya he rebasado mis límites a la hora de contar batallitas; así pues, tan solo te animo a probarlo. Nunca se sabe, puede que debido a toda esta época que nos ha traído el movimiento Old School, algo de toda aquella fuerza vuelva para quedarse.

28 de septiembre
Edanna