Dyss, sello general

Hablar de los poderes y de la magia es emprender un viaje dentro de otro viaje. No es posible el mundo que conocemos, ni el que aguarda más allá de todas las cosas jamás soñadas, sin la magia y sin el poder que de ella emana.
No hay un sólo rincón en el universo donde no se halle la esencia del flujo de todas las cosas.  Es como la sangre de un ser vivo que, mediante sus mareas constantes, lleva el aliento de lo que “es” de lo que “fue” y de lo que “podría ser”, a todas partes.
Como discutir del poder y de la magia es otro asunto delicado que requiere sentarse y comenzar a leer detenidamente, dividiremos todos sus aspectos en diferentes apartados que iremos recorriendo uno por uno, sin prisa, deteniéndonos donde haga falta y aventurándonos a ir algo más rápido cuando se trate de cuestiones que no tienen más trascendencia que la que explican unas cuantas frases correctamente entretejidas.

Hablar de magia es hablar de poder, pues su conocimiento otorga la oportunidad de alterar la realidad, modificar el orden de la existencia y comprender cuál es el sonido de los suspiros del cosmos. La esencia de esa magia es difícil de explicar, por lo que pondré todo mi empeño en tratar de exponerlo de la mejor forma que sé hacerlo. No obstante, ya puedo irte adelantando que las mareas de la magia y su verdadera esencia están muy íntimamente relacionadas con la gran consciencia del mundo, con su capacidad creativa y a la vez —e igual de importante— con la fuerza creativa de todas las criaturas del cosmos.
A esa fuerza creativa de todos los seres, incluyendo —por supuesto— a la de la propia Dyss, desde ahora siempre la señalaremos como: Ellam Yua, la fuerza creativa del universo.

Pero hablar de poder es también discutir a su vez de todas aquellas criaturas que significan un poder mayor dentro de lo que resulta habitual, y que están por encima de las capacidades normales de la mayoría de los seres que habitan el mundo; además de tratar de comprender lo que estos poderes suponen para todo cuanto se halla bajo la bóveda celeste, y puede que más allá.
Dyss es una enorme entidad, un espíritu que abarca la totalidad de todas las cosas. Dyss no solamente da forma al mundo sino que su propia consciencia “es” el mundo. La consciencia le otorga la esencia del “ser”, pues como ser consciente permite que todo cuanto forma el mundo, exista.
Pero en Dyss existen otros seres que, en cierto modo, la “atienden”. Estos seres, al igual que el resto de las criaturas, deben su existencia a la gran consciencia. Sin embargo, han enfocado el sentido de sus vidas hacia una meta algo más concreta.
Esto no ha sido impuesto por la gran consciencia de ninguna manera pues Dyss sólo ha impuesto una sola norma, “la prohibición de Idrys”, que previene de rendirle culto. Esto no impidió que esas criaturas decidieran, cada una bajo sus propios motivos, servirla de alguna manera. Estos seres optaron por atender a todo cuanto Dyss es capaz de albergar en su consciencia y, por supuesto, atenderla a ella misma.
A estos seres los denominamos: “los poderes”. Éstos, se dividen a su vez entre los “exaltados y los “nómadas”.
Los poderes no es que surgieran al mismo tiempo  de la nada o que en algún momento fueran creados, tras lo cual, juntos terminaran la gran creación en un gran milagro de cósmico éxtasis divino: ¡nada de eso!
Cada uno debe su existencia a distintas razones, llegó bajo sus propios motivos y lleva su vida de acuerdo con sus propias particularidades. Los poderes son independientes; cada uno alberga la razón que lo inspira a continuar de forma individual. Las características únicas —y puede que algo subjetivas— de cada uno las conocemos como: “los aspectos”, que constituyen actitudes o filosofías discretas que plantean posturas determinadas ante la existencia y la vida de las criaturas del mundo.
Tales “aspectos” se pueden seguir a su vez como guías, o más bien modelos, y así dotar a la existencia de una forma de trazar una ruta de acción, de establecer una serie de filosofías y de mantener un conjunto de actitudes ante la vida, y ante la muerte…
En muchos rincones del cosmos se apresurarían a catalogarlos de “dioses”, cosa que resulta completamente inexacta. Los “poderes” no son dioses de ninguna forma.
Los poderes no otorgan favores, no conceden poder sobre los demás o dispensan bendiciones y gracias que proporcionen ventaja, inclinando la balanza de las posibilidades hacia uno u otro lado.
En Dyss, la única entidad que permite ese tipo de cosas es la gran consciencia; aunque sí que es cierto que la forma de conectar con la gran consciencia, aproximándose a su dominio sobre todas las cosas, se hace siguiendo el modelo único que sigue cada uno de los poderes y que constituye un aspecto de la existencia. Son pues las actitudes de los poderes y sus modelos de guía los que permiten dirigirse a la gran consciencia de acuerdo con cada una de sus formas de entender el mundo.
Por ello no hay que olvidar que los poderes son, en todo caso, guardianes y por tal nombre se les conoce, aunque su nombre más difundido es el de: “centinelas”, ya que esa expresión es la que mejor define sus maneras de ser y de actuar en términos generales.

Pero más allá de estos “centinelas”, o como prefieras llamarlos, hay otros aspectos que iremos detallando detenidamente, punto por punto, que describen todo cuanto hay de mágico y de maravilloso en Dyss y que supone el poder de darle aliento a lo que existe en el transcurrir de los días y las noches.

Además de los poderes del mundo nos detendremos en lo que significa la esencia que da substancia a la magia en la forma de la fuerza creativa, una fuerza que permite la existencia del ser más extraño de la realidad material; conoceremos, entre otras cosas, el flujo de energía formado por la fuerza vital de cuanto constituye la esencia viva del mundo, y además, estudiaremos con detalle el lenguaje que Dyss utiliza y con el que, mediante su alfabeto, traza las líneas que dibujan los vértices y las aristas de la realidad, definiendo mediante las palabras el concepto básico que define todas las cosas y que le permiten así el poder recordarlas.