Era difícil verla incluso con la doble visión, Cuando se miraba de una forma, su aspecto no dejaba de cambiar. Era rubia, con ojos azules y piel sonrosada; la viva imagen de como sería Fara cuando creciera… Pero de pronto era morena como el tronco de un árbol, con la tez oscura como la pluma de un grajo y los ojos aún más negros… y luego era pálida como un hueso y no parecía tener sangre excepto en los huesos color carmesí… De repente era rubicunda y robusta, con ojos esmeraldas y cabellos rojizos… Y siempre joven, siempre la misma mujer con diferentes apariencias, siempre hermosa, tan vieja como el mundo…

ella2.jpgMientras un ojo contemplaba los cambiantes aspectos de la reina, el otro escrutaba más allá de ella y veía algo muy distinto: no la hermosa habitación de rutilantes velas y brillantes colores, sino muros desnudos, una arcada semiderruida y detrás la noche.

Parecía moverse con un hálito de maravillosos perfumes. Un olor a primavera, a pan recién hecho, a tierra mojada, a madera quemada, a yerbas curativas, a miel salvaje, a vino añejo, que anegó su mente y lo paralizó. Ella, se llevó el dedo corazón de la mano izquierda a los labios, lo chupó con su lengüecilla roja y lo posó dulcemente sobre los ojos del niño.

«Ella» Los sueños de Merlín

Peter Dickinson