Pregunta 3: Ayer describiste un local/edificio situado en el pueblo de Highdell. Un local que considerarse importante por alguna razón, bien para el pueblo, bien para los aventureros que se pasan por el mismo con el objetivo de conseguir algo. Sin embargo, ese local/edificio adicional que hace que sea notable. Y es que de vez en cuando se pasea, va o le pertenece a un personaje por todos conocido. O no. ¿Quién es dicho personaje?

Siempre con el rostro oculto tras su máscara de hojas, existe en Highdell una figura bien conocida por todos. Recorre todo el perímetro de La casa de las mil ventanas noche y día, aunque puede ser también visto en cualquier otra calle; pero nunca fuera del pueblo pues jamás abandona el recinto. Lo llaman El Centinela y su mayor peculiaridad es que no puede arrojar ninguna sombra ya que carece de forma corporal. El Centinela sólo es visible como un dibujo sobre una pared, a tiza y carboncillo la mayoría de las veces, y mucho más definido, como al óleo, en los raros días en los que se sucede un eclipse de sol o de luna.

El Centinela es una imagen cambiante —como los fotogramas de una linterna mágica— que aparece y desaparece grabado sobre los muros de piedra. A medida que la imagen de una de sus posiciones se desvanece para reaparecer en otro lugar cercano esto va creando un efecto aparente de movimiento, por lo que parece ir recorriendo los muros como un dibujo o como una sombra escurridiza que se desplaza a intervalos. La figura además es capaz de estar en varios sitios a la vez por lo que parece imposible de evitar.

Desde el orto hasta el ocaso vigila incansable los muros de La Casa, evitando con su presencia que miradas curiosas se posen sobre los rostros cambiantes cuando no deben y, por supuesto, que nada ni nadie profane el lugar. No es la primera vez que algún joven temerario trata de escalar el alto muro. Pero su vigilancia no se limita al edificio ya que puede ser visto sobre cualquier pared del pueblo siempre que ésta esté construida con mampostería. Al parecer sólo la piedra permite sostener su imagen.

Basta su presencia para que nadie ose acercarse ni atentar contra los muros. Muy pocos recuerdan cuándo fue la última vez que se vio obligado a actuar, pues su imagen es suficiente para intimidar hasta al corazón más valiente. No obstante, los mayores del pueblo aseguran que las pocas veces que ha tenido que hacerlo es capaz con su toque de desterrar a su víctima de la existencia, desapareciendo ésta al instante. Según se cree, el desterrado abandona el mundo real para ser encerrado en una prisión de la que jamás volverá a salir. Este lugar, oculto y remoto, será el nuevo hogar del condenado hasta el fin de sus días.

Nadie sabe quién es, cuándo ni de dónde vino. Nadie está seguro de si es hombre o mujer, aunque por su fisonomía casi todos aseguran que se trata de un hombre. La mayoría está de acuerdo en que está ligado de algún modo a La casa, aunque sus verdaderos motivos siguen siendo un completo misterio.

Sin embargo, y por esas cosas que sólo pasan gracias a la fuerza de la costumbre, las gentes del pueblo están ya habituadas a su presencia del mismo modo que las palomas andan indiferentes entre las ruedas de los carros y las patas de los caballos. Ajenos al hecho de que no cumplir con las reglas basta para pagarlo muy caro.

Edanna
3 de noviembre de 2015

Edanna, sello personal