Con la puesta de sol, Ainoha y yo nos dirigimos al encuentro de un lugar muy especial.
– ¿ A dónde vamos ? Preguntó la niña
– A visitar a un viejo amigo. Le contesté.
La niña daba saltitos todo el trayecto, persiguiendo saltamontes. Los pastizales, debido al calor del verano, ahora están secos, plagados de insectos,y, las aves del cielo, exitadas ante tanto alimento, lllenan el aire de cantos agudos en una alocada búsqueda mientras danzan con sus hipnotizantes evoluciones.
– ¿Qué comen los saltamontes Edanna?
– Creo recordar que son carnivoros, aunque es posible que coman también otras cosas como sus primas las cigarras o las langostas, ahora mismo no recuerdo. Le contesté.
-¿Y porqué hay tantos?
«Y en verdad los hay en grandes cantidades en estos dias»
– Ahora es su tiempo princesa, han nacido hace poco y comen para crecer, despues pondrán sus huevos y se irán, y así es cada año. Es el ciclo.
-¿Qué es el ciclo? – Me preguntó
– El ciclo es la repetición de las cosas cada año, cada año hay primavera, hay verano, donde nacen los insectos, el otoño cuando caen las hojas, y el invierno, que en nuestra tierra son lluvias y algo de frio pasajero. Con las lluvias este campo se tornará verde y verás que lindo será.
-Me gusta como hablas. me dice. «Yo la verdad es que me sonrojo un poco.»
-Es que estamos en un grupo de teatro cariño, y yo soy un poco raro ya lo sabes.
-¿Porqué te llaman Edanna?
– Me quedé pensativo, no quería contarle toda la historia, así que le contesté una verdad.
-Es mi nombre secreto, solo algunos lo conocen, es un nombre que me hace sentirme bien, me da confianza.
-¡Yo también quiero un nombre secreto! Me dijo muy contenta dirigiéndose a mí.
-Y lo tendrás, le sonreí. Tendrás tu nombre secreto, y nos ayudará mi viejo amigo, al que venimos a visitar.
Tan solo eran doscientos metros de trayecto. Y ya mis piernas gritaban con miles de agujas, protestanto. Me he degradado en tan poco tiempo…Casi tenia que ordenar a la pierna avanzar, para a continuación ordenar a la otra el siguiente paso.
Un poco más de tiempo. Una esperanza leve. Una fuerza me mantiene.
Un poco más de tiempo…
El árbol del verano se encontraba donde siempre, entre los pastizales. Solitario, hermoso, y orgulloso. Un árbol viejo, un árbol antiguo.
Un viejo amigo.
– ¿Es este tu amigo? ¡pero si es un árbol!
– Si princesa, este es, es un viejo compañero. Vengo a él muy a menudo, y me da sombra, He dormido en el pasado bajo sus hojas, y siempre soñaba cosas bonitas.
– Un árbol puede ser tu amigo Ainoha, porque está vivo, y ha visto pasar muchas estaciones, sabe más que cualquier anciano que hayas conocido.
-¿Más que el abuelo?
-Abuelo sabe muchas cosas, pero este árbol ha visto pasar más dias que él.
– Escucha Ainoha, este árbol te sirve para refugiarte de la lluvia, y como aquí en canarias no caen rayos, no puede pasarte nada ¿ Recuerdas lo que hablamos de los rayos verdad?
-Si, contestó.
Por su tronco han pasado muchas edades, y un árbol puede ser tu amigo, lo puedes querer, como te queremos tus padres, tus abuelos, tia y yo. Y kiena que también te quiere.
-Ella sonrió al recordar a mi gata.
– Y si te sientas bajo sus ramas, te sentirás bien, eso es lo que hace siempre un amigo, que te sientas bien. álguien que te hace sentirte mal, no puede ser tu amigo, como esas niñas que te pegan en el colegio, entiendes…
-Si
Un amigo siempre velará por tí, se preocupará por tí y no querrá tu mal, y este árbol quiere ser tu amigo.
Y nos dirá tu nombre…
Ella se puso muy contenta y esperó impaciente.
Acaricié el viejo castaño a la luz de los últimos rayos de la tarde, hace tiempo recordaba como venía aquí y me recostaba en su tronco, leyendo, o pensando durante horas, dejándome llevar por el ritmo lento del movimiento de todas las cosas.
Su corteza es muy rusgosa, agrietada, antigua. Ha estado aquí desde antes de la guerra civil, lo sé porque una vez encontré una vieja foto en la que se veia el arbol y los antiguos dueños de la finca, ahora absorbida por el monte.
Me sentí bien, el orden y el ciclo me dan fuerza, me hacen feliz. La secuencia de las estaciones está grabada en cada resquicio de su viejo tronco. Nacimiento, crecimiento, evolución, muerte. Nacimiento, crecimiento…
Si liberas las puertas de la consciencia la verdad de las cosas entra en tí, te impregna y te enseña, y la paz, se recuesta en todas las regiones de mi mente, si se sabe escuchar. El árbol habla.
Edea
Edea, me acordé, un viejo nombre, creo que romano, celta, después lo buscaría al llegar a casa. También lo recordaba de un juego, el nombre de una poderosa hechicera. El nombre de un proyecto que tuve hace tiempo.
Llegó muy claro. A mi mente.
-¿Te gustaría llamarte : Edea?
.-Siii, me gusta, es bonito, Edea, sii me gusta. Me dijo contenta.
– Ves Ainoha, nuestro amigo me ha ayudado a encontrarte un nombre secreto, un nombre que solo pocos conocerán, un nombre que te hará sentirte mejor cuando creas que todo va mal.
Hasta que se puso el sol, Edea no cesó de correr por el campo, saltando, hurgando con palitos aquí y hayá. Era tan feliz. Una vez se hizo daño y vino a mi llorando. Pero sé que es una fuerte necesidad de llamar mi atención pues sufre en silencio la separación de sus padres. Ante eso, reacciona buscando cariño.
Yo la abrazo, le digo que no pasa nada, pronuncio un hechizo, ya no le duele.
Sigue abrazada a mí.
El sol se ocultó, y ya se veían las primeras estrellas cuando tuve que despertarla. Para volver a casa. Menos mal que es verano y podemos estar más tiempo juntos. Le tomé de la mano, y nos fuimos canturreando hasta el coche.
Ya no me dolían las piernas. No había dolor. Me di la vuelta un momento y me despedí de mi viejo amigo, el árbol del verano. Seguiría allí. Para darnos paz, y todo lo que pudieramos desear y que necesitara el alma.
Pues esa es la magia del ciclo y de los árboles.
Y nos marchamos, absolutamente convencido, de que esta noche por vez primera en mucho tiempo, no tendría pesadillas.