Highdell es un pueblo que llega casi a la categoría de ciudad, si no fuera porque todos sus habitantes siguen llamándole “el pueblo de Highdell”. Esta rodeado de montañas, sin encontrarse en un sitio escarpado. Esta cerca del mar, sin tener puerto. Y lo atraviesa un camino comercial, sin ser una ciudad destino. En ese pueblo-ciudad, en el que de vez en cuando descansan grupos de aventureros, existen numerosos locales que les resultan interesantes, tanto a los habitantes como a los propios aventureros, aunque estos vayan de paso. ¿Qué local/edificio es el que está pasando por tu mente?

Dado desafío

Con una planta formando un cuadrado perfecto, La casa de las mil ventanas se extiende casi una manzana entera (o cuadra), ocupando cada uno de sus muros unos 100 metros de longitud. Su altura es de unos 33,333 metros exactos y la pared cae recta con la exactitud de la plomada más precisa, sin imperfecciones de ninguna clase. Todo el edificio está construido en bloques de piedra de color negro, tan perfectamente encajados unos con otros que es imposible encontrar separación alguna. Cada bloque tiene exactamente el mismo tamaño, cortado de un modo tan preciso que ningún artesano o ingeniero se explica como se pudo construir algo así.

Cuándo, cómo y por qué fue construida es un completo misterio. Los habitantes de Highdell sólo saben que La Casa siempre ha estado allí desde que se tiene memoria. No faltan tampoco los que aseguran que existe una entrada secreta al edificio, pero hasta el momento no se recuerda o sabe de nadie que lo haya conseguido y haya regresado para contarlo.

Tan curioso nombre es un acertijo en sí mismo pues en todo el edificio no existe acceso ni puerta ni ventana de ninguna clase. A lo largo de sus muros se encuentran repartidas —perfectamente alineadas con 33,333 cm de separación de exactitud milimétrica— las tallas en piedra a sobre relieve de numerosos rostros, tanto de hombre como de mujer que se van alternando unos con otros. Cada rostro presenta una oquedad justo donde se encuentra la boca, pero ésta sólo se abre cuando es de día para los rostros de apariencia masculina y cuando es de noche para los de apariencia femenina.

Rostro de piedraEsperar al momento justo de la jornada en el que las bocas de cada rostro se abren o se cierran se considera una profanación que se castiga como un delito muy grave (aunque rara vez con la pena capital). No obstante no faltan los curiosos, especialmente los más jóvenes, que se esconden de vez en cuando para poder ser testigos del fenómeno.

Esta pequeña abertura situada en la boca de las tallas lo usan los peregrinos para depositar, escritas en un papelito enrollado, sus deseos o las promesas que les hacen a sus distintos dioses ya que, según la tradición, el edificio acepta los deseos de todos los devotos de cualquier religión conocida. Cada vez que un peregrino deposita uno de sus deseos, el rollito de papel desaparece por la oquedad. Pero según cuenta la tradición sólo se pueden pedir deseos sobre fertilidad y buena salud a los rostros de apariencia femenina, mientras que aquellos deseos relacionados con la obtención del poder y la gloria sólo se pueden depositar en los rostros de apariencia masculina. De hacerlo de otro modo quien hace la petición corre el riesgo de que su deseo se vuelva en contra suya.

Uno de los detalles más fascinantes del edificio es que durante los eclipses de luna (más frecuentes que los de sol) todos los sobre relieves de apariencia femenina parecen sonreír durante todo el tiempo que dura el fenómeno astronómico, mientras que durante los de sol (mucho menos comunes) lo hacen las tallas de apariencia masculina. Según la creencia popular, cada vez que se produce uno de estos dos sucesos las peticiones que se hayan hecho a cada tipo de rostro correspondiente se hacen realidad. Salvo que se haya realizado la petición al rostro de género equivocado, en cuyo caso el deseo se vuelve contra el peticionario acarreando amargas consecuencias para él y todos sus seres queridos. Algo que sucede con más frecuencia de lo que se piensa.

Edanna
2 de noviembre de 2015

Edanna, sello personal