Archivos mensuales: agosto 2005

El primer bosque

Por |2014-01-22T16:57:07-05:00agosto 29th, 2005|Dyss Mítica, Todas las cosas jamás soñadas|

...Y regularmente visité el retoño del roble, en el bosque viejo. Siempre que podía, siempre que quería, que era...siempre. Crecieron muchos árboles en los alrededores, y al poco tiempo se convirtió en un manto verdoso sobre la superficie de aquella tierra ennegrecida. Pero en el claro de aquel bosque, donde habitaba el espíritu del árbol, la tierra quedó llena de cicatrices oscuras. Manchas de ceniza en los lugares donde el dolor y

El vuelo repentino de los pájaros

Por |2007-02-07T14:39:16-05:00agosto 15th, 2005|Todas las cosas jamás soñadas|

...Y así, sobre la ciudad, dos figuras se alejaron por las calles. Una historia más, una historia envuelta en el repentino vuelo de los pájaros, impredecible. Hermoso. Los tejados siguieron cobijando de la lluvia a sus habitantes. Un músico tocaba el chelo en su habitación, y otro allá, dormitaba plácidamente en un salón despejado y benévolo. Aquella niña de mirada triste fue a sus clases en la universidad, y un chico hacía

Todas las cosas jamás soñadas

Por |2007-02-07T14:40:54-05:00agosto 13th, 2005|Dyss Mítica, Todas las cosas jamás soñadas|

...Y salieron las estrellas. No sé cuento tiempo estuve allí, recostado en el árbol de Edanna. Pasó el tiempo, marcado únicamente por el compás de la brisa. En un lugar sin tiempo. La hierba se secó a mi alrededor, los tallos de marchitaron y las flores se secaron. La tierra comenzó a agrietarse lentamente y formar un erial sin forma y sin cosa viva alguna. Los cuerpos que habían permanecido tendidos lentamente

Lasiurus

Por |2007-02-07T14:41:33-05:00agosto 10th, 2005|Dyss Mítica, Libro de horas, Todas las cosas jamás soñadas|

Mis pasos me llevaron por el campo ensangrentado, hierbas altas cubrían mis botas salpicando de rojo el cuero viejo. El suelo estaba plagado de cadáveres, yacían en poses grotescas, heridos por saetas, heridos por el acero romano. Ninguno había sobrevivido. Los cuerpos tendidos eran visitados por la cortesía de los cuervos. Y en aquella calma, la divisé sin dificultad. Tendida, blancura de invierno. Herida mil veces. Yacía recostada sobre el único roble

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